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04/06/2020“Antioquia Olímpica”. Un espacio para contar las historias de los deportistas del Departamento que se alistan para los Juegos Olímpicos de Tokio. En esta entrega, Mariana Pajón Londoño de BMX. (Foto cortesía de la Comisión Antioqueña de BMX.)
La invitada de esta semana a nuestra sección, “Antioquia Olímpica”, es una de las más reconocidas deportistas colombianas de los últimos tiempos. Además de sus grandes condiciones en la pista, a ella se le conoce por su fortaleza mental y por la gran capacidad que tiene para superar las adversidades, representadas en lesiones que la han dejado, en algunos tiempos, al margen de las competencias internacionales. Les presentamos a la doble medallista de oro olímpica, Mariana Pajón Londoño. Bienvenidos a “Antioquia Olímpica”.
“Mi mente está puesta en Tokio 2021″
A la cita, programada para un día viernes en la mañana, asistieron más de 25 periodistas en representación de diferentes medios de comunicación del departamento y del país. Ella, con su carisma, calidez y respeto, siempre concita la atención de los periodistas que, en esta oportunidad, le hicieron preguntas durante más de dos horas. Además de Mariana, a la sesión virtual asistieron, su hermano, Miguel, junto con su esposo Vincent y Augusto Castro, amigo personal desde hace muchos años.
Mariana Pajón Londoño nació el 10 de octubre de 1991. La doble medallista de oro de los Juegos Olímpicos, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, llegará en este 2020, a los 29 años de edad. Desde pequeña estuvo rodeada del ambiente más propicio para ser deportista. En casa, Carlos Mario, su papá, exiguo practicante de los deportes a motor, le inculcó la disciplina y responsabilidad que debe acompañar por siempre a un atleta de alto rendimiento. Claudia, por su parte, también como mamá y como deportista, puso en el corazón de Mariana las mejores dotes, mezclando la tranquilidad, respeto, amor y el cariño por los demás.
Indiscutiblemente, a Mariana, lo de deportista le viene de cuna. Tanto Carlos Mario como Claudia llevan en las venas el deporte. Así fue como trasladaron esta herencia, no solo a la pequeña “Tata”, sino a Miguel, el hermano mayor, quien ahora, ejerce sus labores como orientador de los procesos comunicacionales y de mercadeo de la campeona del mundo. Mariana aprendió a maniobrar en la bicicleta desde que tenía tres años. Siendo pequeñita acompañaba a su papá a las carreras de karts que se hacían en Medellín. Al tiempo que crecía y se formaba como deportista, adelantaba sus estudios en el Colegio Católico Montemayor Sagrado Corazón de Rionegro, municipio ubicado en el oriente del departamento de Antioquia.
Muchos años han pasado desde que Mariana dio sus primeros pedalazos. El tiempo y la experiencia la llevaron a competir en diferentes eventos internacionales del ciclo olímpico, junto con certámenes de gran importancia del bicicrós a nivel mundial. Hoy, sentada frente a la pantalla del computador, al lado de su esposo y respondiendo preguntas de los periodistas del país, se nota y, cómo no, el gran cambio que ha dado como persona y como deportista. Mariana es tranquila, sencilla y muy carismática.
Nunca entrega una respuesta a destiempo. Siempre calcula lo que va a decir, teniendo muy en cuenta a su interlocutor. Entiende, además, que ya no es solo una deportista común del bicicrós. Mariana es hoy en día una figura pública que desde el deporte orienta la atención de muchas personas, especialmente de niños y jóvenes que ven en ella a un referente, alguien a quien parecerse.
En casa, luego de haber trasladado los equipos para continuar sus rutinas de entrenamientos, Mariana se refirió al trabajo físico en medio de la pandemia del Coronavirus: “como deportistas tenemos algo muy importante y es que sabemos adaptarnos a cualquier situación. En nuestro caso, este es un tema que no podemos controlar. Nosotros estamos en casa, entrenando con un plan riguroso de preparación. Tenemos muchas cosas para mejorar. Nos hemos tomado el tiempo para corregir algunas falencias, dedicando mucho esfuerzo para ello”.
Los procesos de entrenamiento, junto con los consejos familiares y el paso de la vida misma, la llevaron a formar una personalidad férrea. Mariana es tremendamente combativa, dentro y fuera de las pistas. Tiene, además, un positivismo que contagia. Nunca se da por vencida. Prueba de ello, ha sido la manera como asumió el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio que ahora se harán en julio de 2021. “Yo estaba lista, mentalmente, para enfrentar Tokio 2020. Estábamos en una fase muy apropiada para terminar el macro ciclo, previo a los juegos. Sin embargo, tengo que ser muy realista. Este aplazamiento me dará más tiempo de preparación y de hacer un proceso con mayor calma y paciencia. Esperamos estar listos para los juegos del próximo año”, añadió.
Superadas todas las lesiones, a Mariana se le nota con un aire renovado y muy positivo para enfrentar lo que viene en este nuevo ciclo olímpico. El trabajo en casa le ha servido, tanto a ella como a su esposo Vincent Pelluard, quien también representa a Colombia en competencias internacionales, para mejorar condiciones físicas como la potencia, resistencia e, incluso, la velocidad. En sus palabras, “cada ciclo olímpico viene con aspectos muy diferentes. Para Londres era joven y sin mucha experiencia deportiva. Luego, en Río, había más recorrido y mejores procesos de entrenamientos. Ahora, para Tokio, vengo de buenos momentos que me han hecho esforzar el triple. Estaba preparada para este año y lo estaré para el próximo. Para nosotros, es fundamental el trabajo de la técnica y tocar la pista. Sin embargo, somos afortunados de tener en casa los rodillos, un gimnasio e, incluso, un partidor personal para continuar el trabajo de reacción. Estamos enfocados, poniéndole a todo buena energía y mentalidad positiva”.
Las dos horas de conversación pasaron casi inadvertidas. Una a una fue respondidas las preguntas de los periodistas que, por momentos, se hacían repetitivas. Ella, pacientemente, aclaró todas las dudas. Igualmente, asumió con responsabilidad su papel protagónico en esta película en la que el rodaje comenzó hace ya más de 26 años cuando, de la mano de su papá, aprendió a montar en su primer triciclo.