En la foto, la sonrisa de Juan José Montoya David, de Sabaneta y todavía con el sudor bajando por su rostro, celebra el triunfo de su combate conseguido en la lucha libre. Su esfuerzo y estrategia le entregó no solo la medalla de bronce, sino también momentos inolvidables en los Juegos Deportivos Departamentales.
Por Andrés Esteban Marín-Marín
En el ruedo de la lucha, donde las proezas se entrelazan con el sudor y el rugir de la multitud se fusiona con el palpitar de los corazones, emerge un joven protagonista con una historia destinada a registrarse en las páginas de los Juegos Deportivos Departamentales 2023. Juan José Montoya David, de quince años, proveniente de Sabaneta y quien logró el bronce en la categoría Libre 55 kilogramos, teje su destino apasionante en el mundo de la lucha olímpica, un arte que lo atrapó y se convirtió en su vía para transcender los límites de lo común.
Vestido de azul como un guerrero moderno, Juan José se enfrenta a un desafío titánico. Su oponente lo supera en estatura. Sin embargo, él con sus 1.58 metros no se rinde.
Con tres puntos abajo en el marcador y el reloj agotándose, y siguiendo las tácticas sabias de su entrenador, rápidamente diseñó una estrategia maestra que transformó la desventaja en victoria: planchó a su oponente aprovechando su propio peso.
(Audio) Palabras de Juan José Montoya David.
En las palabras exhaustas, pero vibrantes de Juan José, resonaba el eco de un esfuerzo que va más allá del agotamiento físico. La lucha, ese deporte que abrazó hace cuatro años, se convirtió en un viaje interno, una odisea que va desde la fortaleza física hasta el pensamiento táctico. Más que una batalla, es un ejercicio estratégico, donde cada movimiento es calculado, y cada victoria es el fruto de un ingenio bien tejido.
Este joven gladiador, estudiante de noveno grado en la Institución Educativa José Félix de Restrepo, es un ejemplo viviente de cómo la perseverancia, el sacrificio y la pasión pueden abrir puertas inimaginables. Su experiencia lo ha convertido en un hábil luchador y en un portador de valores.
La lucha, según sus propias palabras, es una amiga que le enseña a pensar antes de actuar, a entender a sus rivales y, sobre todo, a ofrecer siempre lo mejor de sí mismo. Él se entrena para seguir desafiando límites, con la mira fija en alcanzar el dorado de la lucha olímpica.
