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17/06/2020Hoy presentamos la décima primera entrega de esta serie, correspondiente a la primera parte del sexto capítulo del libro Indeportes Antioquia 50 años.
De Carlos Jota a los aventureros de Melbourne
Los caminos iniciales del deporte antioqueño y la proyección incipiente del movimiento olímpico conducen a una misma persona: Carlos José Echavarría Misas.
Este patricio de la actividad deportiva, múltiple campeón nacional de tenis, polifacético dirigente y exitoso industrial, se convirtió en referente de notoria importancia y fue uno de los que logró que, en las breñas paisas, se empezara a hablar de actividad atlética organizada y programada.
Mucho antes de que Echavarría Misas se hiciera famoso, había surgido el tenis de campo, en 1903, como un juego de entretenimiento en el medio local. Más adelante, entre 1912 y 1913 irrumpió en la escena una “competencia”: el balompié, sembrando una semilla deportiva de gran impacto. El Sporting Fútbol Club, formado en su mayoría por ciudadanos extranjeros, motivó el despertar futbolero, cuenta el periodista Gonzalo Medina en su libro Historia del Deporte en Antioquia.
En Medellín, el deporte era una actividad casi exclusiva de los clubes sociales; sin embargo, el tenis ya tenía su sitio bien ganado y tomó más fuerza, para obtener reconocimiento y posibilidades de desarrollo.
Mientras en la Capital de la Montaña el tenis y el fútbol crecían, en Bogotá se gestaba otra manifestación atlética que, más adelante, sería el hilo conductor que unió al deporte del país. La idea de hacer unos Juegos Nacionales parecía algo remoto en ese tiempo. Solo en el año de 1926, a manera de prueba piloto, se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de Bogotá, “ un acontecimiento que movió multitudes”, reseña el periodista e historiador Alberto Galvis Ramírez.
Pasaron los años y el deporte se fue popularizando en Colombia. Se empezaron a construir estadios y escenarios deportivos a la vez que se reglamentaba la educación física. Hasta que, en 1928, el presidente Miguel Abadía Méndez, mediante decreto firmado el 26 de marzo, ordenó celebrar los Juegos Olímpicos Nacionales en Cali.
En ese entonces, relata Galvis Ramírez en su obra Momentos de Gloria, existían dos organismos que controlaban el deporte nacional: el privado, que era la Asociación Deportiva Colombiana, y el oficial, compuesto por la Comisión de Educación Física. El Gobierno le echó mano al certamen, y en diciembre de 1928 celebró los primeros Juegos en la capital vallecaucana, hacia donde las delegaciones de Medellín y Antioquia viajaron en tren, cuenta la misma publicación.
Esta antesala histórica llegó hasta 1932, año en el que Medellín realizó por única vez, hasta ahora, un certamen de este tipo. “Un comité olímpico (sic) de lujo asumió la responsabilidad de realizar los Juegos Olímpicos Nacionales de 1932: Míster A.W. Barker -presidente-, H.B. Maynham, Carlos Jota Echavarría, Gustavo Correa, Antonio Zapata y Carlos Ignacio Molina”, reseña el periodista Gonzalo Medina Pérez en la Historia del Deporte en Antioquia.
Ahí es donde entró a gravitar la importancia de Carlos José Echavarría quien, además de convertirse en múltiple campeón nacional de tenis, había dado pasos firmes en la constitución, primero del Comité Central de Tenis, en 1932, dato tomado de la Federación Colombiana de Tenis, y luego de la Asociación Colombiana de Tenis, afiliada a la International Lawn Tennis Federation, consolidándose como un dirigente de proyección nacional.
En 1936, año de los Juegos Olímpicos de Berlín, y con el deporte criollo en plena florescencia, Colombia no contaba con un Comité Olímpico constituido como tal. Las dos únicas entidades que tenían reconocimiento en el exterior eran la Asociación Femenina Nacional, afiliada a la National Amateur Athletic Federation of América, presidida por Nohora Villegas, y la Asociación Colombiana de Tenis, indica el libro del Comité Olímpico Colombiano, Colombia Olímpica 75 años de presencia deportiva en el mundo, editado por Galvis Ramírez.
Tras largas discusiones, gestiones y campañas, ambos grupos, conocedores de que tenían en sus manos el destino de la internacionalización del deporte patrio, lograron un acuerdo para oficializar la creación del Comité Olímpico Colombiano, el 3 de julio de 1936. La presidencia le correspondió al barranquillero Julio Gerlein Comelín. El dirigente antioqueño Echavarría Misas fue nombrado segundo vicepresidente.
Esa fue una parte de la enorme lucha desplegada por Carlos José Echavarría, uno de los encargados de mostrar el camino para que Colombia empezara a pensar en el movimiento olímpico y en lo que se pudiera ofrecer más allá de las montañas antioqueñas. “Como buen pionero, Carlos Jota ayudó a construir, sin tener mayores nociones, lo que finalmente se convirtió en la primera estructura de organización en el deporte colombiano y se le reconoce por ser un gran descubridor”, anota Alberto Galvis.
Años más tarde, en 1956, cuando los atletas de Antioquia compitieron por primera vez en unos Juegos Olímpicos, en Melbourne, Australia, la llama brilló aún más en medio de las penurias económicas del país, gracias al papel de quienes rompieron el celofán de los sueños internacionales.
Por fortuna, lo sembrado por Echavarría Misas y sus colegas tuvo eco en otros dirigentes. Con el paso de los años se ganó en madurez, la que se empezó a plasmar en 1978, con motivo de los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, que tuvieron la dirección del médico Fernando Londoño Posada, expresidente de la Liga de Natación de Antioquia.
Andrés Botero Phillipsbourne, expresidente del Comité Olímpico Colombiano, ratifica la importancia de haber realizado estos Juegos en Medellín, Bello y Envigado, por una razón fundamental: “desde que era atleta siempre pensé y dije que los antioqueños deberíamos mirar más allá de las montañas y de la confrontación ante el Valle del Cauca; ser menos parroquiales y más universales con nuestro deporte. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1978 se inició el verdadero movimiento olímpico para nosotros”.
Esa mirada del dirigente Botero sirvió definitivamente para recoger el mensaje inicial de Carlos José Echavarría y de quienes trabajaron a su lado, igual como sucedió luego con Baltazar Medina -hoy presidente del COC- y de varios dirigentes de otras generaciones, como lo fueron Antonio Roldán Betancur y Diego Palacios Gutiérrez. Ellos trazaron metas que fueron más allá de la confrontación de los Juegos Nacionales para obtener mayores logros.
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Realización: Oficina de Comunicaciones de Indeportes Antioquia.
Autor del texto original: Pablo Arbeláez Restrepo.
Corrector de estilo y adaptación para radio: Juan B. Estrada Mosquera.
Año: 2020 @copyright.
El polifacético Carlos J. Echavarría
Si alguien le puso ganas al deporte de Antioquia fue Carlos José Echavarría Misas. A él se le conoce, más que todo, por la racha de triunfos nacionales en el tenis de campo, pero sus hechuras deportivas trascendieron las canchas de polvo de ladrillo.
Cuenta el periodista Ber-Buri (Bernardo Buriticá Patiño) en una edición especial de El Colombiano de noviembre de 1975, que “los Echavarría fueron pioneros del baloncesto organizado en Antioquia. Carlos José Echavarría Misas y su familiar Óscar Echavarría Echavarría, al igual que los hermanos Diego y Hernán Uribe Echavarría -sobrinos de Carlos Jota, recién llegados de Estados Unidos- y varios amigos, entre ellos Alejandro Ángel, Darío Lalinde, Darío Navarro y Alberto Olarte, integraron el equipo de baloncesto del Club Campestre”.
En 1938, la mayoría de ellos, incluyendo a Rodrigo Pérez Castro como presidente y a Eduardo Gallón, fueron nombrados por la Secretaría de Educación para ponerse al frente de los destinos de la Liga de Baloncesto, como lo confirma Carlos E. Serna Serna en su libro Historia del Baloncesto en Antioquia.
De igual forma, Buriticá Patiño relata en su escrito, que “la goma” se prendió en los demás clubes sociales de Medellín, dando impulso a elencos de la rama femenina. Elsie y Norha Maynham fueron dos de las pioneras de este deporte del “basquet-ball” (sic) que pasó a ser parte de la élite paisa.
Gilberto Martínez Arango y su rotunda rebeldía
“Cuando me enteré del viaje de la reina Yolanda Pulecio a los Juegos Olímpicos de Australia, me opuse de forma rotunda, porque con ella se perdía una casilla para un atleta. Esto motivó que algunos medios de prensa de Bogotá hicieran campaña para que yo no fuera a Melbourne. Incluso me citaron a una reunión con varios directivos, para que me retractara y no lo hice. Hasta quisieron declararme profesional, porque recibí un bolígrafo de regalo. De todas maneras, asistí y en el largo viaje hacia Australia, en la parada que realizamos en el aeropuerto de Hawai, algunos de los miembros de la delegación colombiana se robaron unos banderines y unas carteras, lo que me produjo enorme desconsuelo. Llegamos a Melbourne hechos pedazos y para ajustar, no estábamos en las planillas de inscripción del torneo de natación. Una vez solucionado el impase, nos llamaron para las series de clasificación y nos dimos cuenta de que los nadadores australianos eran unos gigantes al lado nuestro e incluso nos echaron el cuento de que competían hipnotizados”, fue el testimonio del cardiólogo Gilberto Martínez Arango, meses antes de morir a los 82 años de edad.
Sergio Martínez Arango y las 70 horas de vuelo
“Junto con mi hermano Gilberto pasamos de nadar en el río Medellín a ser campeones nacionales de natación. Esto me llevó, finalmente, a los Juegos Olímpicos de Melbourne, con 18 años de edad. Salimos de Bogotá, con escalas en Barranquilla, Brownsville, San Francisco, Hawai, Isla Cantón, Islas Fiyi y llegada a Australia. El viaje se hizo a bordo del HK136, un DC-4 de Avianca, y duró 70 horas de vuelo efectivo. Los atletas perdimos entre cuatro y cinco kilos de peso. Recuerdo que llegamos en las primeras horas de la mañana, y salimos derecho para el desfile inaugural que fue por las calles de Melbourne, con la reina Yolanda Pulecio al frente de la delegación. En la inauguración de los Juegos, cuando prendieron la llama olímpica, soltaron mil palomas, eso fue muy impactante. Allá nadé los 100 metros y pensaba que iba a ser último, pero terminé 25 entre 80 competidores”, cuenta el ingeniero Sergio Martínez Arango, quien a los 83 años aún nada como Máster.
Honorio Rúa Betancur y su inédita historia del HK136
La de Honorio Rúa es una historia inédita. Sucedió en el vuelo del HK136 en el que viajaron los atletas de Colombia a los Juegos Olímpicos de Melbourne de1956. “Infortunadamente fuimos a los Juegos sin tener la preparación que queríamos. El viaje a Australia se definió a última hora, como era costumbre en esa época en la que los recursos para el deporte eran muy limitados. En el tramo final del largo vuelo en el DC-4, a Octavio Petróleo Echeverri se le ocurrió revisar la portezuela trasera del avión y esta se le abrió de forma accidental. Para poder cerrarla tuvimos que hacerlo centímetro a centímetro, con mucho trabajo y empleando todas nuestras fuerzas. Pasamos un susto tremendo, sobre todo cuando nos dimos cuenta de que volábamos encima del mar. Lo que más recuerdo, además del incidente del avión antes de llegar a Australia, fue que nos perdimos cuando salimos a hacer el primer entrenamiento y que casi no volvemos a la Villa Olímpica. Ninguno de nosotros hablaba inglés y esto complicó el retorno.
En los Juegos corrí la persecución por equipos al lado de Ramón Hoyos, Héctor Monsalve y Petróleo Echeverri, con un balance aceptable. Para la ruta buscamos hacer un mejor papel y la orden del técnico Julio Arrastía era atacar con Ramón en una pequeña cuesta que había cerca del final, pero él se entusiasmó, lo hizo antes de tiempo y ahí perdimos el chance de pelear por las medallas”, recuerda Mister Rúa, quien a los 83 años tiene como pasatiempo tocar guitarra y cantar.
Mario Papaya Vanegas y los teteros del 56
Mi participación en los Juegos Olímpicos se inició con una frustración, porque no me llevaron a Australia en 1956, con el argumento de que yo estaba muy jovencito. En los medios del ciclismo se decía en tono jocoso “si van a llevar a Vanegas a Melbourne, van a tener que cargar con teteros”. Yo tenía 16 años y medio y poseía toda la velocidad del mundo en mis piernas. Otro de los que quedó por fuera del viaje fue Fabio León Calle, quien acababa de ser el campeón nacional de ruta”.
“Mi debut en los Olímpicos fue en Roma-1960, cuando clasifiqué octavo en la velocidad”, cuenta Mario Papaya Vanegas. “Allí eliminé al campeón francés André Groucher y tuve un cerrado duelo con Valentino Gasparella. Cuatro años más tarde y cargado de experiencia, llegué a Tokio 64. Llovió mucho. Allá saqué al campeón mundial de la velocidad pura, el francés Pierre Trentin, y al soviético Omar Pakhadze.
En mi camino quedaban los italianos, pero, debido a la lluvia que iba y volvía y por las marrullas, me cambiaron el rival. En la serie con Sergio Bianchetto, él me llevó contra la malla, en una clara falta, y me impidió pasar”.
En 1964, con el quinto lugar que ocupó Vanegas Jiménez, se convirtió en el mejor atleta colombiano en el corto historial de Juegos Olímpicos hasta ese entonces. “Con mi destacado desempeño, les mostré el camino a las generaciones venideras”, resalta.
Nota resaltada de este, el capítulo sexto del libro Indeportes Antioquia 50 años.
“En el artículo 23 del decreto 279 de 1939, se dejó que el 12 de octubre de cada año se celebrara, en todos los municipios de Colombia, una demostración de cultura física bajo la denominación de Día Olímpico”. Luis Gabriel Solano Flórez.
Referencias bibliográficas:
Buriticá P., Bernardo. (4 de noviembre de 1975). El “clan” Echavarría: pionero del baloncesto. Medellín. El Colombiano. Especial 300 años de Medellín.
Galvis, Ramírez, Alberto. (2000) “Momentos de gloria 1928-2000. Historia escrita y gráfica de los Juegos Nacionales”. Bogotá. Coldeportes. p.p. 16,17.
Medina Pérez, Gonzalo. (2007). “Historia del deporte en Antioquia”. Medellín. IDEA. Editorial Lealón. p.p. 85, 96.
Serna S. Carlos Emilio. (1979). “Viejos tiempos del deporte”. 1913-1949. p.p. 10
Serna S. Carlos Emilio. (1994). “Historia del baloncesto en Antioquia”. Medellín. Imprenta municipal.
Serna S. Carlos Emilio. (1992). “40 años de historia del estadio Atanasio Girardot y su unidad deportiva”. pp.14, 15.
Galvis Ramírez, Alberto y otros. (2011). “Colombia Olímpica. 75 años de presencia deportiva en el mundo”. Bogotá. pp. 11, 28, 29.
Luna C., María del Pilar. «El tenis en Colombia». Tomado de www.fedecoltenis.com
Solano Flórez, Luis Gabriel. “12 de octubre Día olímpico”. En la revista Jonrón, edición Nº 8 de 1988.