La Voz del Deporte Antioqueño de Indeportes Antioquia, del sábado 11 de julio, por la Emisora Cultural U. de A.
11/07/2020Este lunes 13 de julio a las 5.30 de la tarde, desde Medellín, Indeportes Antioquia presentará sesión de rumba saludable
13/07/2020Hoy presentamos la décima segunda entrega de esta serie, correspondiente a la segunda parte del sexto capítulo del libro Indeportes Antioquia 50 años. (Foto pantallazo del El Tiempo del 21 de agosto de 1960).
El polifacético Carlos J. Echavarría
Si alguien le puso ganas al deporte de Antioquia fue Carlos José Echavarría Misas. A él se le conoce, más que todo, por la racha de triunfos nacionales en el tenis de campo, pero sus hechuras deportivas trascendieron las canchas de polvo de ladrillo.
Cuenta el periodista Ber-Buri (Bernardo Buriticá Patiño) en una edición especial de El Colombiano de noviembre de 1975, que “los Echavarría fueron pioneros del baloncesto organizado en Antioquia. Carlos José Echavarría Misas y su familiar Óscar Echavarría Echavarría, al igual que los hermanos Diego y Hernán Uribe Echavarría -sobrinos de Carlos Jota, recién llegados de Estados Unidos- y varios amigos, entre ellos Alejandro Ángel, Darío Lalinde, Darío Navarro y Alberto Olarte, integraron el equipo de baloncesto del Club Campestre”.
En 1938, la mayoría de ellos, incluyendo a Rodrigo Pérez Castro como presidente y a Eduardo Gallón, fueron nombrados por la Secretaría de Educación para ponerse al frente de los destinos de la Liga de Baloncesto, como lo confirma Carlos E. Serna Serna en su libro Historia del Baloncesto en Antioquia.
De igual forma, Buriticá Patiño relata en su escrito, que “la goma” se prendió en los demás clubes sociales de Medellín, dando impulso a elencos de la rama femenina. Elsie y Norha Maynham fueron dos de las pioneras de este deporte del “basquet-ball” (sic) que pasó a ser parte de la élite paisa.
Gilberto Martínez Arango y su rotunda rebeldía
“Cuando me enteré del viaje de la reina Yolanda Pulecio a los Juegos Olímpicos de Australia, me opuse de forma rotunda, porque con ella se perdía una casilla para un atleta. Esto motivó que algunos medios de prensa de Bogotá hicieran campaña para que yo no fuera a Melbourne. Incluso me citaron a una reunión con varios directivos, para que me retractara y no lo hice. Hasta quisieron declararme profesional, porque recibí un bolígrafo de regalo.
De todas maneras, asistí y en el largo viaje hacia Australia, en la parada que realizamos en el aeropuerto de Hawái, algunos de los miembros de la delegación colombiana se robaron unos banderines y unas carteras, lo que me produjo enorme desconsuelo. Llegamos a Melbourne hechos pedazos y para ajustar, no estábamos en las planillas de inscripción del torneo de natación. Una vez solucionado el impase, nos llamaron para las series de clasificación y nos dimos cuenta de que los nadadores australianos eran unos gigantes al lado nuestro e incluso nos echaron el cuento de que competían hipnotizados”, fue el testimonio del cardiólogo Gilberto Martínez Arango, meses antes de morir a los 82 años de edad.
Sergio Martínez Arango y las 70 horas de vuelo
“Junto con mi hermano Gilberto pasamos de nadar en el río Medellín a ser campeones nacionales de natación. Esto me llevó, finalmente, a los Juegos Olímpicos de Melbourne, con 18 años de edad. Salimos de Bogotá, con escalas en Barranquilla, Brownsville, San Francisco, Hawái, Isla Cantón, Islas Fiyi y llegada a Australia. El viaje se hizo a bordo del HK136, un DC-4 de Avianca, y duró 70 horas de vuelo efectivo. Los atletas perdimos entre cuatro y cinco kilos de peso. Recuerdo que llegamos en las primeras horas de la mañana, y salimos derecho para el desfile inaugural que fue por las calles de Melbourne, con la reina Yolanda Pulecio al frente de la delegación. En la inauguración de los Juegos, cuando prendieron la llama olímpica, soltaron mil palomas, eso fue muy impactante. Allá nadé los 100 metros y pensaba que iba a ser último, pero terminé 25 entre 80 competidores”, cuenta el ingeniero Sergio Martínez Arango, quien a los 83 años aún nada como Máster.
Honorio Rúa Betancur y su inédita historia del HK136
La de Honorio Rúa es una historia inédita. Sucedió en el vuelo del HK136 en el que viajaron los atletas de Colombia a los Juegos Olímpicos de Melbourne de1956. “Infortunadamente fuimos a los Juegos sin tener la preparación que queríamos. El viaje a Australia se definió a última hora, como era costumbre en esa época en la que los recursos para el deporte eran muy limitados. En el tramo final del largo vuelo en el DC-4, a Octavio Petróleo Echeverri se le ocurrió revisar la portezuela trasera del avión y esta se le abrió de forma accidental. Para poder cerrarla tuvimos que hacerlo centímetro a centímetro, con mucho trabajo y empleando todas nuestras fuerzas. Pasamos un susto tremendo, sobre todo cuando nos dimos cuenta de que volábamos encima del mar. Lo que más recuerdo, además del incidente del avión antes de llegar a Australia, fue que nos perdimos cuando salimos a hacer el primer entrenamiento y que casi no volvemos a la Villa Olímpica. Ninguno de nosotros hablaba inglés y esto complicó el retorno.
En los Juegos corrí la persecución por equipos al lado de Ramón Hoyos, Héctor Monsalve y Petróleo Echeverri, con un balance aceptable. Para la ruta buscamos hacer un mejor papel y la orden del técnico Julio Arrastía era atacar con Ramón en una pequeña cuesta que había cerca del final, pero él se entusiasmó, lo hizo antes de tiempo y ahí perdimos el chance de pelear por las medallas”, recuerda Mister Rúa, quien a los 83 años tiene como pasatiempo tocar guitarra y cantar.
Mario Papaya Vanegas y los teteros del 56
Mi participación en los Juegos Olímpicos se inició con una frustración, porque no me llevaron a Australia en 1956, con el argumento de que yo estaba muy jovencito. En los medios del ciclismo se decía en tono jocoso “si van a llevar a Vanegas a Melbourne, van a tener que cargar con teteros”. Yo tenía 16 años y medio y poseía toda la velocidad del mundo en mis piernas. Otro de los que quedó por fuera del viaje fue Fabio León Calle, quien acababa de ser el campeón nacional de ruta”.
“Mi debut en los Olímpicos fue en Roma-1960, cuando clasifiqué octavo en la velocidad”, cuenta Mario Papaya Vanegas. “Allí eliminé al campeón francés André Groucher y tuve un cerrado duelo con Valentino Gasparella. Cuatro años más tarde y cargado de experiencia, llegué a Tokio 64. Llovió mucho. Allá saqué al campeón mundial de la velocidad pura, el francés Pierre Trentin, y al soviético Omar Pakhadze.
En mi camino quedaban los italianos, pero, debido a la lluvia que iba y volvía y por las marrullas, me cambiaron el rival. En la serie con Sergio Bianchetto, él me llevó contra la malla, en una clara falta, y me impidió pasar”.
En 1964, con el quinto lugar que ocupó Vanegas Jiménez, se convirtió en el mejor atleta colombiano en el corto historial de Juegos Olímpicos hasta ese entonces. “Con mi destacado desempeño, les mostré el camino a las generaciones venideras”, resalta.
Nota resaltada de este, el capítulo sexto del libro Indeportes Antioquia 50 años.
“En el artículo 23 del decreto 279 de 1939, se dejó que el 12 de octubre de cada año se celebrara, en todos los municipios de Colombia, una demostración de cultura física bajo la denominación de Día Olímpico”. Luis Gabriel Solano Flórez.
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Realización: Oficina de Comunicaciones de Indeportes Antioquia.
Autor del texto original: Pablo Arbeláez Restrepo.
Corrector de estilo y adaptación para radio: Juan B. Estrada Mosquera.
Año: 2020 @copyright.