En Gómez Plata, Indeportes Antioquia proyecta la construcción de la Primera Unidad de Vida Articulada del Departamento
23/06/2020Indeportes Antioquia invita, este viernes 26 de junio a las 5:30 de la tarde, a sesión de entrenamiento cruzado
26/06/2020Para esta quinta entrega de “Antioquia Olímpica”, invitamos a un deportista que ha dedicado gran parte de su vida a los saltos ornamentales. Esta es una de las cinco modalidades de la natación. Desde hace 10 años, Sebastián Morales Mendoza comenzó a estructurar su proceso deportivo, enfocándose solo en la idea de participar en unos Juegos Olímpicos. Finalmente, lo logró. En 2016 estuvo en Río de Janeiro, clasificando entre los 12 mejores del mundo en el trampolín de tres metros.
Ahora, para Tokio 2021 llegó una nueva oportunidad para ratificar que en su corazón sigue vivo el sueño olímpico. A pesar de las dificultades que generó la pandemia a nivel mundial, este saltador de 25 años de edad tendrá un año más para preparar la participación en su segunda olimpiada. Sebastián Morales Mendoza, bienvenido a “Antioquia Olímpica”. (Foto cortesía de Sebastián Villa).
“De los saltos en la pista de bicicrós a las alturas de las plataformas”
Llama poderosamente la atención el cambio que ha tenido. No es la misma persona y eso se le nota. Por fortuna para él y para su familia, ha alcanzado tal grado de madurez personal y deportiva que es todo un gusto entablar una conversación en torno a diferentes temas. Es serio, receptivo, carismático y buen conversador. Resulta muy placentero dialogar con un deportista de sus condiciones. Se trata del saltador olímpico antioqueño Sebastián Morales Mendoza, quien nació hace 25 años en la ciudad de Medellín. Luego de competir en Río de Janeiro 2016, se prepara para afrontar el reto de Tokio 2021.
En esto de los clavados, comenzó a los seis años de edad. Ya cumple 19 de estar dando vueltas por el mundo, compitiendo en los más representativos torneos internacionales de este deporte. De niño fue bicicrosista. Luego de entrenar en la pista, al pequeño Sebastián lo llevaban a la piscina olímpica en Medellín para recoger a su hermanita, Adriana, quien para la época practicaba el nado sincronizado. Con un dejo de nostalgia, recuerda esos años de infancia: “mi hermana, generalmente, no salía a la hora en punto. Mientras que la esperábamos, desde las graderías, yo veía a esos locos tirándose desde los trampolines y las plataformas. Eso me pareció muy “bacano”. Le dije a mi mamá que yo quería tirarme desde allá. Inicialmente, ella no aceptó. Sin embargo, comencé a entrenar en un programa que se llamaba el Cifar en el que preparaban a los niños para el alto rendimiento. Desde entonces, me enamoré de este deporte en el que ya llevo 19 años”.
Como sucede con muchos deportistas, el apoyo de la familia es fundamental para alcanzar los objetivos, especialmente si uno de los integrantes de ese grupo familiar opta por tener el alto rendimiento como parte de su estilo de vida. El caso de Sebastián no aparece entre las excepciones a la regla.
Además de que su hermana también fue deportista, tiene en toda su familia el soporte que se necesita para dedicarse de lleno a esta profesión. Cuando se le pregunta por quiénes han estado a su lado en los momentos de alegría o de tristeza deportiva, cambia el tono de voz: “gracias a mi familia conocí el deporte. Siempre me han apoyado y me animan para ser mejor como persona y como deportista. Esas son voces de aliento para cuando uno se siente un poco decaído. Ellos han sido muy importantes, junto con la familia de los clavados. A veces, a los compañeros de la piscina los veo más que a mis propios padres. Siempre sabemos que, con las dos familias, cuando necesitamos algo, ahí van a estar”.
Es precisamente la unión familiar la que ha servido para mantener firmes los objetivos. Sin perder el rumbo en lo deportivo, Sebastián tiene la mente puesta en Tokio 2021. A pesar del aplazamiento de estos juegos y de algunas dificultades que se presentaron en los últimos meses con el escenario para entrenar en las instalaciones de la Liga de Natación de Antioquia, su mente está preparada para lo que viene.
La satisfacción que de haber ocupado la posición número 12 entre 29 saltadores en los pasados olímpicos de Río de Janeiro, tuvo un segundo capítulo cuando el año pasado alcanzó el cupo para Tokio 2021: “fue algo muy luchado. Estuvimos concentrados un mes en Italia. Nos tocó la oleada de calor en Europa. Entrenamos muy bien y sabíamos que el mundial era la mejor oportunidad para clasificar a los olímpicos. Al llegar a este mundial en Corea, la ronda preliminar fue extensa. De 60 deportistas clasificaban 18 a las semifinales. Luego, pasamos a la otra ronda. Hicimos clavados muy buenos para llegar a la final. De este modo, obtuvimos el cupo a los olímpicos. El resultado me permitió clasificar como primer clavadista de Colombia para los juegos con más de un año de anticipación. Luego, Daniel en los Panamericanos obtuvo el segundo cupo de los clavados para el país”.
En la actualidad, la trayectoria deportiva y el palmarés olímpico que tiene Sebastián, lo ubican como uno de los mejores saltadores del mundo. Esta es una disciplina en la que, en casi todo, el resultado siempre depende del trabajo, esfuerzo, la disciplina y, a la hora de la competencia, de la concentración y ejecuciones técnicas de los saltadores. Al final, cada salto tiene una característica y un grado de dificultad que, finalmente, valoran los jueces. En clavados, abandonar súbitamente la rutina de entrenamientos es perder mucho de lo hecho en meses anteriores. Eso es, precisamente, lo que ha sucedido en medio de esta pandemia. “Nos ha cambiado la vida. Estamos acostumbrados a ser personas muy activas. Sin embargo, seguimos entrenando en casa, con la idea de mantenernos bien físicamente. Todos entrenando con balones, elásticos, cuerdas. Sin embargo, la fortaleza de nuestro deporte es estar en la piscina. Permanecemos a la espera y ansiosos de regresar, esperando que se autoricen todos los protocolos para regresar seguros y sin generar dificultades de salud”.
A Sebastián Morales se le nota su experiencia. Habla con la naturalidad del deportista entrenado en todos los campos. Con tranquilidad aceptó los cambios que esta situación ha traído, especialmente, en personas que, como él, dedican su vida al deporte. Ahora, las ilusiones están puestas en el regreso a los entrenamientos. Un año es la distancia que el tiempo le pone para llegar a su segunda olimpiada en la que espera mejores resultados en todos los aspectos: “estamos tranquilos porque sabemos que en el mundo los otros saltadores están al mismo nivel. Nos queda entrenar duro. Nos habíamos preparado para este año. Sin embargo, hay que asumir lo que pasó. Los clavados son un deporte muy repetitivo en el que para aprender uno se demora mucho, pero para olvidar eso es en cuestión de días o semanas. Vamos a trabajar fuertemente para prepararnos óptimamente y representar de la mejor manera al país en esta nueva cita olímpica”.